miércoles, 7 de septiembre de 2016

Innato

Despierto abriendo lentamente los ojos, no quería hacerlo, había pasado toda la noche despierto debido al terrible dolor que llenaba mi pecho. Era un dolor profundo y constante, respiraba con dificultad; además, tenia terribles escalofríos, debió ser la fiebre que volvió.
Había estado así durante los dos últimos meses, días en que me oculte del mundo exterior por temor a que los demás se enteraran de mi terrible condición.
No quería su lastima, no la necesitaba.
Estaba en la misma habitación de siempre; era un cuarto oscuro y frío, húmedo y con mal olor.
A mi derecha, la puerta, de madera ya algo podrida, de esas que dan la sensación de que en cualquier momento se fuera a romper, partir en mil pedazos y hacer fácil el acceso al resto de la casa; lugar al que no quería entrar, o salir, de donde podrían entrar todos a verme. Por eso siempre la tenia cerrada, para impedir que otros llegaran a mi.
Al lado de la puerta, un viejo escaparate, era de lata ya oxidada, tenía un color cobrizo y desprendía un fuerte aroma a humedad. En ese sucio cajón guardaba la pocas pertenencias que tenia y que protegía tal cual tesoro, mi tesoro. No me gustaba que nadie revisara mis cosas, pero debido a mi condición tenia que permitirlo.
Al frente mio, una pequeña ventana, daba a la calle principal, lugar donde todos los días se podían escuchar a los niños jugando, las personas hablando, las muchachas susurrando, los perros ladrando. Hace ya unas tres semanas una pareja de gorriones había hecho un nido al pie de mi ventana, siempre se escuchaba a los pichones piando y piando y a los padre alimentándolos.
Lo odiaba, todo eso lo odiaba; la luz matinal, la risilla de los niños, los pájaros revoloteando, las conversaciones tan vanas y comunes y vagas; no quería escuchar, no quería ver.
La ventana la mantenía cerrada para impedir todo eso, el resplandor de la luz entrar a mi habitación, con sus tenebrosas sombras invadiendo mi ser, invadiendo mi tan anhelada privacidad; simplemente lo odiaba.
A mi derecha un único cuadro que adornaba mi habitación; en realidad era una vieja fotografía pegada a un sucio marco, pero era mi posesión mas valiosa, mi mas preciado tesoro.
Era una fotografía de mi madre, la única persona que en verdad me comprendió. Ella lo dio todo por mi.
Era una mujer graciosa en su trato pero firme en su decisión. Había sufrido mucho en su vida, pero a pesar de ello mantenía siempre un carácter dócil a pesar de las adversidades que tuviera que afrontar.
Cada vez que yo tropezaba ella me sostenía, y cuando caía fuertemente me sabia levantar.
Recuerdo el día en que con lágrimas en sus ojos se despedía de mi diciéndome que todo saldría bien. La única promesa que no logro cumplir.
En este momento me doy cuenta que la necesito mas que nunca, pero ¿Donde esta?, ¿Donde se encuentra?; ¿Por que se ha ido?, la quiero a mi lado.
Alzo mi voz gritando y gritando, pero no encuentro respuesta; me quedo nuevamente en silencio.
Y por ultimo, sobre el viejo colchón al que llamo cama, yo, inmerso en mis mas profundos pensamientos, luchando contar mis fantasmas internos, y contra este profundo dolor que me va llevando lentamente a un inminente fin.
Tantas vidas allí afuera,
personas que hacen cosas que nosotros no nos imaginamos,
viviendo en mundos aun no descubiertos,
todos tan cerca pero tan distantes.
Haciéndolo todo a su manera,
pero teniendo siempre algo en común,
las ganas de vivir.
Y yo aquí, luchando entre la vida y la muerte,
sin mas deseo que el de dormir,
anhelando que todo esto se acabe,
que todo llegue a su fin.
Ahora, les digo que pudieran creer que soy una buena persona,
que siempre lo hice todo bien.
Cuan ciegos estaban, todos ustedes, no era así.
Siempre busque mi propio beneficio tratando de controlarlos.
Un momento, ¿es eso cierto? o ¿estoy nuevamente delirando?, !no lo se!
Ahora veo sobre el techo confusas imágenes que se van moviendo de un lado a otro, como un remolino, son recuerdos, de mi infancia, juventud, de la edad adulta, de todas esas personas que se cruzaron por mi camino, aquellos que estuvieron en determinado momento y luego desaparecieron para nunca mas volver, y que los extraño, todos aquellos que dejaron una marca en mi.
Tantas cosas ocurrían y no logre comprender,
tantas cosas que dejaron de pasar o no logre ver.
Tanto que quise, pero no pude hacer,
ya todo se esta despejando de mi ser.
La respiración se va haciendo mas corta, mas débil,
las imágenes se han ido disipando,
el fuerte dolor aprieta mas y mas espeso,
el frío invade mi cuerpo.
Desmayo por un momento,
estaba todo confuso, ya no sentía,
!ya no sentía nada!
El dolor se ha ido, la fiebre ha desaparecido.
Pero, ¿donde estoy?
Me encuentro en una especie de parque o jardín,
me levanto y empiezo a caminar lentamente,
no comprendía nada,
pero todos esos colores,
todas esas formas,
!Que maravilla!
El resplandor del sol,
el roce del aire,
el agua cristalina,
todo es maravilloso.
Sigo caminando por un momento y noto a lo lejos que alguien se aproxima a mi,
estaba llorando, pero no era un llanto de dolor sino de alegría.
A esa persona la había visto antes ¿donde?
Miro detalladamente, pero ¿No puede ser?
Si, era la del retrato, era mi madre,
tal y como la recordaba e pequeño.
Sin pensarlo corro hacia ella,
yo también estoy llorando,
de felicidad,
nos abrazamos fuertemente,
sin mencionar palabra alguna.
Al final ella tenia razón, todo salio bien......

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